Tarazona: Más de 400 afectados en un pueblo de Zaragoza por un gran brote de gastroenteritis causado por el agua del grifo | Sociedad

Un protozoo, un ser unicelular que habita en lugares húmedos o ambientes acuáticos, es el responsable de uno de los mayores brotes de gastroenteritis registrado en España en los últimos años. Un total de 444 vecinos de Tarazona (Zaragoza) han sufrido en las últimas dos semanas intensas diarreas y dolores intestinales a causa del Cryptosporidium, que ha contaminado las aguas del Río Queiles, afluente del Ebro por su margen derecha, y se ha extendido por la red de agua de boca gracias a su capacidad de enquistarse y sobrevivir a los procedimientos habituales de potabilización. Más de 13.000 personas residentes en esta localidad y en tres pueblos vecinos se han quedado sin poder consumir el agua de sus domicilios. La cifra de afectados sigue creciendo y ha aumentado en 36 solo entre el viernes y el sábado.

La rapidez, casi explosiva, “con la que se ha propagado el brote enseguida hizo sospechar que el medio transmisor era el agua, porque era lo único que todos los afectados tenían en común”, explica el alcalde de Tarazona, Tono Jaray. El consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón, José Luis Bancalero, explicó el jueves en las Cortes regionales que los análisis realizados en aguas del Río Queiles “han dado positivo a este protozoo y por eso ha sido activado la alerta a tres pueblos más [Novallas, Torrellas y Los Fayos] que comparten la captación de agua del mismo lugar”.

El Gobierno de Aragón ha alertado a los de Navarra y Castilla y León para que analicen las aguas del río y sus afluentes en los tramos situados cauce arriba para tratar de identificar el foco del parásito. La Guardia Civil y los responsables de Salud Pública sospechan que la causa de la contaminación podría estar en vertidos de granjas, algún animal muerto en el río o movimientos de tierras en zonas de mayor altitud que Tarazona.

Según documentos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), la criptosporidiosis —la enfermedad que causa el Cryptosporidium— se caracteriza por una “diarrea abundante y acuosa” que puede durar desde dos días a tres semanas. En personas sanas, el cuadro clínico remite de forma espontánea, aunque requiere una buena hidratación y dieta suave. Las complicaciones pueden producirse en pacientes inmunodeprimidos y llegan a ser mortales. El periodo de incubación va de uno a 12 días.

El mayor brote de criptosporidiosis registrado en el mundo tuvo lugar en 1993 en el área metropolitana de Milwaukee (Estados Unidos), con más de 400.000 afectados (el 25% de la población) y 58 muertos, casi todos ellos pacientes infectados por VIH. El foco de la epidemia estaba en las instalaciones de potabilización del agua captada del Lago Michigan.

En Tarazona, la crisis de salud pública comenzó hace 12 días, cuando tuvo que prohibirse el consumo de agua de boca con las primeras sospechas de que algún “bicho” podría haberla infectado. Desde entonces, los habitantes no han podido beberla ni usarla para lavarse los dientes o cocinar. El Ayuntamiento de Tarazona ha repartido esta semana garrafas de agua, tanto desde el recinto ferial de la localidad como desde asociaciones de vecinos como la que preside Pilar Calavia, en el barrio del Cinto, uno de los más envejecidos del municipio. “Con lo que nos han dado [una garrafa por familia] no nos va a llegar, no sabemos si se alargará”, se queja.

Olga, propietaria de la tienda de este barrio, se ha encargado de repartir el agua a domicilio de forma gratuita porque “los de aquí casi todos son mayores y necesitan ayuda, pobres, y más cuando en casi todas las casas han estado muy pachuchos”.

Las restricciones continuarán porque, de momento, el brote también continúa. En Novallas, Los Fayos y Torrellas, los tres pueblos que desde este viernes se han visto también afectados, ha habido por ahora solo dos casos de gastroenteritis en el primer municipio, pero sí hay malestar. “La medida”, dice Pilar Pérez, alcaldesa de Torrellas, “llega tarde”. “Después de casi 15 días del brote de Tarazona y pese a haber preguntado, nadie nos avisó para prevenir y yo iba diciendo a los vecinos que bebieran tranquilos”, se queja. No lo hicieron, según el alcalde de Novallas, Pedro Lapuente, los habitantes de su municipio porque “la mayoría fueron tomando medidas al escuchar la alerta de Tarazona”.

La cuestión está ahora en combatir al protozoo. Se están limpiando los depósitos de agua y se ha reforzado el tratamiento en la red, pero es importante conocer el origen. El alcalde de Los Fayos, José Ángel Alonso, destaca que aguas arriba hay varias instalaciones, como una piscifactoría o granjas que producen purines, que ahora deberán revisarse.