Musetti, un recreo para el pletórico Alcaraz | Tenis | Deportes

Por mucho que la realidad le obligue viajar a una velocidad muy superior, Carlos Alcaraz no deja de ser el chico de 20 años que todavía desprende de vez en cuando ramalazos de infantilidad. No quedan tan lejos aquellos días en los que para él el tenis era solo eso, simplemente tenis, pura diversión, y pese a que la inmersión en la élite ya sea absoluta, de vez en cuando deja ver ese otro Alcaraz juvenil que ríe a carcajadas antes de saltar a la pista y que dentro de ella disfruta jugando al gato y al ratón. Sucede esta vez en Pekín, ante Lorenzo Musetti, otro proyecto de veinticuatro quilates que juega como los ángeles pero que, a diferencia del murciano, se convierte en un bonito globo pinchado cada vez que la situación requiere de un mínimo plus.

Sufre el italiano en esta matinal que se traduce en un recreo; parejo al principio, durante un puñado de puntos; unidireccional después: doble 6-2, en 1h 20m. Los dos, virgueros por naturaleza, se lo pasan pipa en los primeros intercambios, tuya-mía y mía-tuya, pero al de Carrara (21 años y 18º del mundo) se le empieza a torcer el gesto y a conforme advierte que al aluvión de golpes ya no es diversión, sino que directamente es un abuso. No tiene nada que hacer. Alcaraz pega y pega, la rompe, le doble la muñeca cada vez que le imprime potencia al drive y va desnudando la realidad que dice que Musetti, un David de hermosas proporciones, cuasi perfecto, esconde taras por varios costados. De entrada, la ingenuidad. Cede demasiado espacio y directamente se condena.

Concedidos esos metros, Alcaraz percute por delante de la línea, carga con vehemencia al resto y en 39 minutos cierra el primer parcial. Invierte solo un par más para decantar el partido y certificar el encuentro con el noruego Casper Ruud, exigido hasta las casi tres horas por Tomás Etcheverry (1-6, 7-5 y 7-6(7). Tiene motivos para la preocupación el nórdico. Más allá del desgaste, se le viene un rival que definitivamente asusta al de enfrente. Lo descubre China, territorio por hollar. Después del estreno curvilíneo del viernes, ante el alemán Yannick Hanfmann, un brusco acelerón que guía al español hacia los cuartos y su 60ª victoria de la temporada, registro que el curso pasado tan solo alcanzaron Stefanos Tsitsipas y Felix Auger-Aliassime (61), el anterior Daniil Medvedev (63), uno antes Alexander Zverev (60) y en 2017 un tal Rafael Nadal (68).

“Hoy ha sido un partido casi perfecto para mí. Siempre puedes mejorar, pero estoy orgulloso de mi juego en el torneo, de alta calidad y buenos tiror. He tratado de incomodarle desde el principio”, valora el de El Palmar, que ha compensado la caída en la final de Hamburgo del año pasado contra Musetti con los meneos en Roland Garros y Pekín. “Estoy disfrutando del juego, de China y de su gente también. Están siendo unos días muy buenos para mí. Los entrenamientos están llenos, es una locura”, añade tras su última intervención.

Con un 89,5% de efectividad y únicamente siete derrotas en los partidos disputados hasta ahora, Alcaraz evoluciona y dispara el porcentaje logrado en 2022, resuelto a falta de dos meses con un 81%. Subraya al mismo tiempo su poder creciente sobre pista rápida. Aunque no pudo competir en la gira australiana por lesión, esta temporada ha resuelto a su favor 23 de los 27 encuentros sobre su superficie predilecta, y con un promedio del 85,1%, solo es superado por Novak Djokovic (97%) y el ruso Medvedev (86,4%), que también progresa en el cuadro pequinés y se eleva como el jugador con más triunfos sobre cemento (40) en este 2023, por delante de Taylor Fritz (36), Jannik Sinner (29), Alex de Miñaur (29) y Djokovic (28).

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