Los armenios de Nagorno Karabaj desconfían de Azerbaiyán pese a las promesas de amnistía | Internacional
Azerbaiyán ha prometido que no encarcelará ni procesará judicialmente a los combatientes armenios de Nagorno Karabaj que se rindan ante el ejército azerbaiyano. “El personal militar que voluntariamente deponga las armas será libre”, afirmó el asesor presidencial Hikmet Hajiyev en su cuenta de X (antes Twitter). Posteriormente, en declaraciones a EL PAÍS reiteró el ofrecimiento y dijo que ningún excombatiente será perseguido: ”Si dejan las armas quedarán libres. Si son militares de las Fuerzas Armadas de Armenia, deberán retornar a Armenia. Si son residentes locales podrán quedarse o marcharse, según sea su decisión personal”.
No obstante, el asesor presidencial matizó que estas medidas no se aplicarán a quienes “cometieron crímenes de guerra contra ciudadanos azerbaiyanos durante la Primera Guerra del Karabaj” (1991-94), en la que vencieron los armenios y expulsaron a cientos de miles de personas de varias provincias azerbaiyanas. Esta semana, tras un nuevo bombardeo y cientos de víctimas mortales, los combatientes armenios de Nagorno Karabaj se han rendido ante Azerbaiyán al constatar la falta de apoyo internacional.
David Babayan, asesor del Gobierno de la autoproclamada República de Artsaj (como los armenios llaman a este enclave en territorio azerbaiyano), explicó a la agencia Reuters que todavía “no hay resultados concretos” y que quedan “cuestiones por resolver” respecto a la amnistía y las garantías que se ofrecen a la población armenia de Nagorno Karabaj. El presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, ha prometido que se respetarán los “derechos culturales, democráticos y religiosos” de los armenios, pero también ha subrayado que el enclave será “reintegrado” a la estructura administrativa de Azerbaiyán y que todos sus habitantes deberán cumplir las leyes y la Constitución del país.
Sin embargo, los armenios no se fían de las promesas de Bakú y muchos han manifestado su deseo de escapar, según varias fuentes consultadas por este diario en el interior del enclave. “Los armenios sabemos que no podemos vivir con los azeríes, lo hemos sufrido en nuestra piel. No nos sentimos seguros”, explicó una exfuncionaria de la administración karabají, que desde hace más de nueve meses reside en Armenia debido a que el bloqueo azerí al enclave le ha impedido regresar a Nagorno Karabaj, donde se encuentra buena parte de su familia: “Sólo espero que mi familia y mis amigos puedan salir”.
“¿Cómo podemos vivir bajo Aliyev o incluso creerle?”, se preguntaba una residente en Stepanakert, la capital del enclave, poniendo como ejemplo de su desconfianza el que pese a la firma de un acuerdo de alto el fuego en 2020, tras la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj, las tropas azerbaiyanas siguieron avanzando y atacando las posiciones karabajíes. “En realidad nadie sabe qué pasará”, reconoció una fuente del Gobierno karabají a EL PAÍS. De hecho, miles de personas se han refugiado en el aeropuerto cercano a Stepanakert —principal base de las fuerzas de paz rusas— en espera de una evacuación.
“La inseguridad y la vulnerabilidad de los armenios del Karabak se debe a la ausencia de garantías, a la falta de una presencia internacional y al obvio fracaso de las medidas de disuasión”, explica Richard Giragosián, director del Centro de Estudios Regionales en Ereván: “Una vez desarmados, los armenios del Karabaj dependerán completamente de las promesas de Azerbaiyán, que no inspiran confianza dadas las violaciones de otros acuerdos previos de alto el fuego”.
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El asesor presidencial azerbaiyano Hajiyev aseguró que se abrirá el corredor de Lachin —que comunica Nagorno Karabaj con la vecina República de Armenia— para que, quienes quieran hacerlo, puedan marcharse. Sin embargo, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, afirmó que la evacuación de los armenios del Karabaj “no debería ser el plan A, ni siquiera el plan B”. “Tenemos que hacer todo lo posible por que nuestros compatriotas, los residentes de Nagorno Karabaj, tengan la oportunidad de vivir en sus hogares sin miedo, con dignidad y seguridad”, afirmó. Eso sí, reconoció que su Gobierno ha hecho planes para acoger a 40.000 karabajíes que pudieran huir. A finales de la pasada década, Nagorno Karabaj contaba con unos 150.000 habitantes, aunque se calcula que unos 30.000 huyeron tras la guerra de 2020. Varios miles más quedaron varados en Armenia al comienzo del bloqueo azerbaiyano del enclave el pasado diciembre.
Envío de ayuda humanitaria
Tras la petición hecha por las autoridades karabajíes en la reunión del jueves con emisarios de Bakú, un convoy azerbaiyano con 40.000 toneladas de alimentos y productos de higiene partió este vienes de la localidad de Agdam hacia el interior de Nagorno Karabaj. Las autoridades karabajíes también confirmaron haber llegado a un acuerdo con la parte azerbaiyana para el paso de un convoy humanitario desde Armenia, a través del corredor de Lachin. Un reportero de Reuters informó de que siete vehículos de las fuerzas de paz rusas, incluidos camiones, traspasaron la frontera armenia este viernes.
Y es que la situación en el interior del enclave es cada vez más dramática: no hay electricidad, falta combustible y miles de personas evacuadas desde los pueblos del frente vagan por las calles de Stepanakert. Algunos hacen fuego en las calles para cocinar y calentarse. “Ves a familias caminando con bolsas en la mano en las que llevan algunas ropas, gente que lo ha perdido todo, sus pueblos, sus hogares, su forma de ganarse la vida”, explica por teléfono Gev Iskajián, director del Comité Nacional Armenio en Nagorno Karabaj: “Tratamos de compartir lo que tenemos, pero es que las despensas ya estaban vacías antes del ataque azerbaiyano, a causa de los meses de bloqueo”. Es difícil incluso que la gente reciba una comida al día”.
Hajiyev mantuvo una reunión este viernes con el Comité Internacional de la Cruz Roja, tras la que se acordó incrementar el personal de la organización humanitaria en el Karabaj. También se pactó el paso de ambulancias para recoger heridos graves en zonas sitiadas por el avance de las tropas azerbaiyanas y, a lo largo de la mañana, trascendieron imágenes de vehículos de la Cruz Roja en dirección a Martuni, una localidad desde la que una enfermera relató a EL PAÍS el jueves que hay numerosos heridos que no pueden ser atendidos por la falta de medicinas.
Entre tanto, en Armenia han arreciado las manifestaciones contra el Gobierno, con miles de personas en las calles tachando a Pashinián de “traidor” por no haber intervenido a favor de Artsaj y reclamando la apertura de un “corredor humanitario” para evacuar a los karabajíes. Al menos 84 personas han sido detenidas en estas protestas, entre ellos varios dirigentes de la oposición, a la que el Ejecutivo acusa de tratar de “desestabilizar” el país y de “querer llevarlo a la guerra” con Azerbaiyán.
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