Sam Bankman-Fried admite errores en la gestión de FTX, pero niega que cometiera fraude | Economía
Los abogados recomiendan con frecuencia a sus clientes en Estados Unidos que no declaren en los juicios penales contra ellos. Es una maniobra arriesgada que se puede volver en contra. Sin embargo, la posición del fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, en el juicio de Nueva York que se sigue contra él es tan desesperada que ha decidido jugársela. Tras una especie de extraño ensayo sin jurado la víspera, este jueves ha declarado para defenderse. En su comparecencia, vestido con traje gris y corbata violeta, ha admitido errores, pero ha negado que cometiese un fraude deliberado, tratando de compensar las pruebas y testimonios que se acumulan contra él.
Bankman-Fried, de 31 años, tuvo una caída estrepitosa, desde su apogeo como el benefactor y multimillonario joven rey de las criptomonedas con su plataforma FTX, hasta su detención en Bahamas y extradición a Estados Unidos en diciembre pasado. Está acusado de siete delitos de fraude, conspiración y lavado de dinero por los que puede ser condenado a décadas de cárcel en caso de ser declarado culpable de lo que la fiscalía definió como “uno de los mayores fraudes financieros en la historia de Estados Unidos”. El acusado se declara inocente.
En el juicio que comenzó a principios de mes, Bankman-Fried se ha presentado este viernes como un trabajador incansable que dormía en un sillón en su oficina, que recibía miles de correos electrónicos cada día, utilizaba seis pantallas a la vez y que no sabía nada de criptomonedas antes de montar su negocio con otros dos socios. “Pensamos que podríamos construir el mejor producto del mercado” y “hacer avanzar el sistema” de criptomonedas, ha dicho en el estrado, según declaraciones recogidas por AP y Bloomberg. “Resultó básicamente lo contrario de eso”, y muchos clientes y otros salieron perjudicados, dijo Bankman-Fried. A la pregunta de su abogado, Mark Cohen, de si estafó a alguien o se quedó con los fondos de los clientes, Bankman-Fried respondió: “No, no lo hice”. “¿Cometió algún error?”, le preguntó Cohen. “Cometí varios pequeños errores y varios grandes errores”, respondió el acusado.
Entre esos errores estaba, según ha reconocido, no contar con un equipo de gestión de riesgos. “Seguro que deberíamos haberlo tenido. Pero no, no lo teníamos”, ha reconocido. La fiscalía y los supervisores señalan que FTX fue un fraude desde el principio, pues desviaba dinero de los clientes a Alameda Research, un fondo de inversión de Sam Bankman-Fried, conocido por sus iniciales como SBF.
Junto a Bankman-Fried están también acusados Caroline Ellison, expareja de Bankman-Fried y anterior jefa de Alameda Research, y Zixiao Wang, cofundador de la plataforma que era su jefe de tecnología. Ambos se declararon culpables y han colaborado con la justicia. Ellison es la testigo estrella de la acusación y hace dos semanas declaró que Alameda tomó varios miles de millones de dólares de dinero de los clientes de FTX y lo utilizó para sus propias inversiones y para pagar las deudas que tenía. Preguntado al respecto por su propio abogado, SBF ha salido con una evasiva: “No estaba del todo seguro de lo que estaba pasando”, afirma Bankman-Fried.
Antes de que Bankman-Fried comenzara a testificar, el juez al cargo del caso, Lewis A. Kaplan, ha impedido en su mayoría los intentos de sus abogados de sugerir a los miembros del jurado que Bankman-Fried tomó muchas decisiones sobre sus negocios después de consultar con abogados. El jueves, en su declaración previa sin jurado, Bankman-Fried testificó ante el juez sobre sus comunicaciones con abogados. “Esa prueba sería, a mi juicio, confusa y altamente perjudicial al implicar falsamente, dado el testimonio de ayer, que los abogados con pleno conocimiento de los hechos, todos los hechos, y bendijeron lo que supuestamente hizo el acusado. Y eso no lo oí ayer en absoluto”, ha explicado Kaplan.
Cerrada en su mayor parte esa línea de defensa, el acusado trata de poner el acento en que no tenía intención de defraudar, que actuó de buena fe y que la caída de FTX se debió a errores de gestión. Este viernes ha respondido a las preguntas de su propio abogado. Lo complicado vendrá cuando tenga que contestar a la fiscalía, probablemente la semana próxima, y ahí se comprobará si subir al estrado ha sido una decisión acertada. En la declaración del viernes sin jurado ya pasó apuros cuando la fiscalía le interrogó y se quedó sin respuesta en varias ocasiones, alegando que no entendía las preguntas. El juicio ha entrado ya en su recta final.
Los fiscales creen que desvió miles de millones de dólares de sus clientes e inversores para realizar inversiones de alto riesgo, comprar viviendas de lujo, contratar a estrellas para sus campañas publicitarias y hacer cuantiosas donaciones políticas y benéficas. Se presentaba como un visionario honrado, solidario y preocupado por los problemas de la humanidad. Presumía de buenas relaciones con los reguladores. En su campaña de relaciones públicas fichó a famosos como el quarterback de fútbol americano Tom Brady, la supermodelo Gisele Bundchen y el baloncestista Stephen Curry. Patrocinó a los Miami Heat y se anunció en la Super Bowl como “la forma más segura y sencilla de comprar y vender criptomonedas”.
Cuando las inversiones de Alameda sufrieron pérdidas, el dinero de los clientes se evaporó. Según los supervisores y la acusación, el fundador de FTX dijo a los inversores que su mercado contaba con sofisticadas medidas automatizadas para proteger los activos de los clientes, que esas carteras estaban seguras, que su firma era transparente y que Alameda, el germen del grupo, era un cliente más de la plataforma sin privilegios especiales, pero todo eso era mentira. El dinero de los clientes se traspasaba a cuentas controladas por Alameda sin transparencia ni controles adecuados. Además, Alameda disponía de una línea de crédito prácticamente ilimitada por parte de FTX que se financiaba con el dinero de los demás clientes y a cambio entregaba como garantía criptoactivos del propio grupo sin apenas valor real.
Aunque inicialmente se le concedió una fianza de 250 millones de dólares y se le permitió vivir con sus padres en Palo Alto (California), la fianza se revocó en agosto y fue encarcelado cuando Kaplan concluyó que había intentado influir en posibles testigos en su juicio. Sus padres, profesores de derecho en Stanford, estaban presentes este viernes en la sala del juicio durante la declaración de su hijo.
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