Jon Rahm: perfil del campeón del Masters de golf de Augusta – Otros Deportes – Deportes

si un Jon Rahm la faltaba algún homenaje hacia su ídolo, Seve Ballesteros, este domingo lo concretó con honores: se convirtió en el cuarto español en ganar el Masters de Augusta, el mismo día en que su histórico compatriota cumpliría 66 años.

Sap fue el primer jugador de su país en ponerse la Chaqueta Verde. Lo hizo en 1980. Y aunque luego hubo otros dos españoles que lo hicieron (José María Olazábal, en dos ocasiones, 1994 y 1999, y Sergio García, en 2017), el de Rahm era un triunfo que él venía trabajando hace años.

Rahm nunca cayó un corte en Augusta y tenía cuatro Top 10: fue cuarto en 2018, noveno en 2019, septimo en 2020 y quinto en 2021. Ahora, por fin, tiene el Masters en su lista de premios.

Programado para ser número uno del mundo desde niño

En 2020, Rahm fue el segundo español en llegar al primer lugar del escalafón mundial. Su primer maestro, Eduardo Celles, quien lo recibió en su escuela en Bilbao cuando la madre de Jon, Ángela, lo puso en sus manos, dijo que eso se lo había plantado desde niño: «Jon le pegaba muy fuerte a la bola, tenía mucha ilusión por el golf. A los 14 años me dijo, camino a la escuela: ‘Eduardo, voy a ser el número 1 del mundo'».

Era 2008. Ya Nicklaus marcó el camino del golf y Tiger Woods protagonizó su brillante irrupción en este deporte, con 14 victorias en los majors. Pero el espejo de Rahm no era ninguno de ellos. Su ídolo había nacido en su propio país; era Seve, quien estuvo en lo más alto del ranking en 1986, cuando aún faltaban ocho años para que naciera Rahm (el 10 de noviembre de 1994).

«Juego al golf por Seve Ballesteros y sueño con emularle y alcanzar todo lo que él ha logrado en el golf. Mi admiración por ella será eterna. Quiero darle las gracias a mis padres por enseñarme el camino y la disciplina para llegar a donde hoy he llegado”, dijo Rahm cuando apenas comenzaba a abrirse camino en este deporte.

Exigent conseguir mismo, Rahm empezó a buscar la forma de seguir creciendo. Consiguió el apoyo de la Federación Española y se fue a vievir a Madrid, donde entró a la Escuela Nacional Blume para perfeccionar su juego. Y luego decidió unirse a Estados Unidos, para juzgar por la Universidad del Estado de Arizona.

Cuando llegué a este país, Rahm no hablaba inglés. Sí, el que causa algo de rechazo. Incluso en algún momento pensó en devolverse a España, pero finalmente decidió luchar.

«Como inmigrante hispano en Estados Unidos, aunque ni siquiera estoy cerca de experimentar lo que algunas personas han sufrido en este mundo por discriminación, sí he podido comprobar cómo por el solo hecho de hablar español, incluso conmigo mismo, me han mirado mal y de forma despectiva”, dijo Rahm al diario español El País.

Eso fue solucionando poco a poco, primero, con el conocimiento del idioma; segundo, con un manager en Arizona que lo hizo crecer aún más como golfista, y, finalmente, porque encontró el amor en suelo estadounidense: conoció a Kelley Cahill, hoy licenciada en biología, que estudiaba en la misma universidad y que también es deportista: hizo parte del equipo de tenis y practicó lanzamiento de jabalina. Se casaron en diciembre de 2019 en Bilbao y tienen dos hijos.

Su etapa universitaria fue brillante. Durante 50 semanas por un número de la clasificación mundial amateur, por veces ganador del Premio Ben Hogan (2015 y 2016) y obtuvo 11 victorias. En 2016, jugó sus dos primeros torneos de grand slam: fue el most aficionado de l’US Open (puesto 23) y aussi superó el corte en el Abierto Británico.

Además de lidiar contra la barra del idioma (una batalla que ganó holgadamente, porque hoy tiene un inglés como cualquier nativo estadounidense), Rahm tuvo que pelear contra otra cosa para abrirse pasó: su carácter.

Está comprobado desde niño que no le gusta perder. “Yo valoro un segundo puesto, un tercero, pero como competidor quiero ganar. ¿Es así de simple? Vivo para competir”, ha dicho en más de una ocasión. Hay veces eso que la jugaba en contra.

«Es un jugador muy caliente, pero lo sabe canalizar muy bien. De pequeño se mosqueaba muchísimo y luego lo transformaba en birdies o águilas, mientras los demás, o al menos yo, perdía la naturalidad en cuanto me enfadaba», explica Mario Galiano, uno de sus amigos y compañeros en la época de Blume, al diario La Vanguardia.

“Ama tanto compite y gana que a veces le supera. Ya era así cuando era amateur y yo lo veo como algo positivo, es una muestra de que vive el golf al cien por cien”, dijo otro compañero suyo, Scott Fernández, junto al que Rahm se coronó campeón de España en 2014.

Pero no siempre fue así. Una vez fue expulsado de un torneo por una mala reacción y en otra rompió las marcas de salida en un hoyo por haber hecho un mal tiro, a pesar de que iba ganando por amplio margen.

Poco a poco, Rahm ha trabajado también en ese control mental y para ello ha puesto como ejemplo a otro ídolo del deporte español, pero no en la misma disciplina: tenista Rafa Nadal.

Foto :

César Melgarejo / EL TIEMPO

«Me gustaría ser como Rafa Nadal, que tiene esa rabia, es un gran competidor y lo tiene bajo control. Posee una gran fuerza mental. Ahí es hacia donde intento caminar. Es un trabajo continuo. que tenerlas, y me han ayudado mucho, ” explicó.

Esa rebeldía también la aplica par que en España le den al golf la importancia que se merece. En una entrevista con el periodista Iñaki Cano, del diario 20 Minutos, lanzó munición gruesa: “Solo hablan de nosotros cuando ganamos o hacemos un hoyo en uno. Y, tú que eres de fútbol y golf, debes hacer todo lo posible para que los aficionados no golfistas valoren lo que lleva haciendo Sergio García por España y por este deporte. Hacer portadas cuando se gana es fácil, pero debes encontrar un hueco para alguien que lleva años estando entre los diez mejores del mundo y no solo cuando falla”.

Y aunque les lanzó un dardo a los periodistas que solo hablan de fútbol, ​​también es fanático de este deporte, y específicamente del Athletic de Bilbao, un amor que y le transmitió su esposa, quien, al igual que él, se confiesa hincha de este club. Rahm también jugó al fútbol en su niñez: aprovechando su estatura (hoy mide 1.91 metros) fue arquero. Y uno de sus grandes amigos es un referente del Athletic, Aritz Aduriz, quien, poco antes de su retiro, le rindió un homenaje a Rahm en un partido en el que estaba en las gradas: cobró un penalti simulando un putt, con un golpe seco ya poca distancia de pelota.

Seve no pudo ver el triunfo de Rahm en el Masters: madurado en 2011. Pero lo que sí es seguro es que Rahm, con un carácter ya domado, quiere alargar ese legado.

José Orlando Ascencio
Subdirector de Deportes
@josasc

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