James Rodríguez: Jorge Barraza analizó el balón empinado del Olympiacos – Fútbol Internacional – Deportes

Sacó petróleo del mar y agua de las piedras de una acción irrelevante en tres cuartos de cancha. Captured a pase, cualquier otro hubiera intentado controlar la bola y tocar para armar juego. Y hubiera estado bien, era lo lógico, lo normal.
El crack, sin embargo, con una visión panorámica fantástica, tenía escaneado todo: el arco, el golero Muslera, los dos zagueros situados enfrente, los tres volantes que se le aproximaron para dañar la presión, su propia posición, la distancia y la pelota, que el viene de aire y alta.

También ponderaba el resultado, las circunstancias. El futbolista de alta categoría, en ese instante, aún sin proponérselo –apenas por instinto–, procesa un enorme cúmulo de información, tiene un radio de observación amplísimo y resuelve. Y en una fracción de segundo, decidió saltear los tiempos: hizo pecho, volea y ángulo. Fue de una plasticidad antológica y salió tan perfecto como Cien años de Soledad. Una obra impresionante.

(Lea también: James Rodríguez: revelan la pelea que habría desatado todo el caos en Olympiacos)

Fue un gol histórico por el escenario –la Copa del Mundo–, el palco –Maracaná–, el rival –el siempre difícil Uruguay–, la instancia y la fabulosa calidad de la maniobra.
Un gesto técnico excepcional y de superioridad incluido en aquel registrado el golazo de Zidane en 2002 que definió la Champions para el Real Madrid. Este fue más rotundo, visualmente más hermoso, con un grado de dificultad mayor. Que a nadie le cuenten nostálgicos relatos de que antes había muchos goles de esta calidad. Fábulas. Fue un gol de todas las épocas, mejor que los de otras épocas, una pintura futbolística. Al pie, la firma: James Rodríguez. Alimentado el 28 de junio de 2014.

“Veníamos haciendo un buen partido hasta que llegó ese gol, ¿no? Ese gol maravilloso. Esto es fútbol y contra eso no se puede hacer nada”, dijo, hidalgo y caballero, el uruguayo Édinson Cavani. ¡Cuán cierto! Un crack así, con una proeza técnica de tal exuberancia, rompe planes, sistemas e ilusiones.

La historia de James Rodríguez contra Uruguay. Fue premio Puskas en 2014.

Foto :

Julián Finney. imágenes falsas

Estoy enamorado de todo y miro a la cima, al Real Madrid, que muy poco se equivoca, se equivocó: puso 75 millones de euros por él. Ahí de ahí, fama, fama, fama… plata, plata, plata… Tres generaciones de Rodríguez tendrán para gastar en grande. Y prensa, redes sociales, décadas de millones de seguidores, constantes rumores de pasados, la creación de una imagen metrosexual impecable como todos los representantes de Jorge Mendes (Cristiano Ronaldo es su top model: abdominales perfectos, ropa de diseño, autos exclusivos, mansiones , cobertura mediática completa). Sólo que Cristiano no falta nunca: lleva 1.158 partidos jugados (completo), y James tiene 595, de los cuales en más de la mitad actuó un tiempo o unos pocos minutos. Jugar significa estar disponible, tener cuidado, haber demostrado al técnico.

James no volvió a mostrar el brillo del Mundial de Brasil

¿Y en la cancha? La nada, o muy poquito, chispazos, gotitas, cositas, toquecitos, un buen pase que los periodistas en nomina dirán que fue genial, que «nadie discute el enorme talento de James», algún que otro centro preciso alabado hasta la exageración, una asistencia pre-pre-pre. Y lesiones, lesiones, lesiones… Y ausencias reiteradas. Y nuevos destinos, siempre con mayores ingresos y menor retribución en juego.

El Bayern no picó (his muy duros para soltar un euro, estudian bien), el Everton y el Al-Rayyan se sintieron estafados, ahora el Olympiacos le rescinde el contrato dos meses y medio antes de su expiración. No por un desplante, eso se arregla si el jugador da soluciones en el campo, le dan salida por el mínimo rendimiento y el altísimo costo económico. Luego elaborará un comunicado con palabras bien elegidas que defina como «común acuerdo» el común discrepa. Y de parte del jugador «siempre seré parte de esta gran familia del Olympiacos». Esto de que lo corten antes de tiempo no le habia pasado nunca. Pero cuentan que Evangelos Marinakis, el ultramillonario dueño del Olympiacos (y del Nottingham Forest entre muchas otras empresas), es menos tolerante que los directivos cataríes del Al-Rayyan. Esta vez, aseguran medios griegos, la causa de su abrupto final fue por un destrato al técnico francés José Anigo.

Nunca volveré a repetir algo como aquel gol a Uruguay. Ni al 20 por ciento. No obstante, en julio, con 32 años, Mendes el buscará otro contrato de diez millones de euros, si es posible en un club europeo, preferiblemente que juegue Champions y que confíe el número 10. Para ello moverá todos sus resortes, que son vastos, digamos que el Milan, el Porto, el Besiktas, entre otros, están interesados, lanzará rumores… Es simple: los periodistas «amigos» mencionarán probeos y negociaciones que nadie confirmó ni desmiente.

Y algo conseguirá, porque la cotización del cucuteño bajó a 9 millones, aunque ya no es necesario pagar traspaso por él, es agente libre, y el sigue lustroso número.
La presentación será estupenda, pesará la bufanda del club y habrá augurios de jornadas gloriosas y una relación muy duradera, se dirá que la zurda dará grandes satisfacciones a los aficionados.

Cotización de James Rodríguez desde que llegó a Europa.

Foto :

Infografía EL TIEMPO

Inmediatamente, los periodistas activarán el elogiómetro. Pero, cuando llegue el primer partido no estará entre los convocados «por falta de ritmo» o «porque empezó tarde la pretemporada». Y cuando llegue la cuarta o quinta fecha, porque habrá «un tironcito en el gemelo» o «en el sóleo», en esa rebelde pantorrilla. Y terminará con 4 goles y 5 asistencias. Y le daran salida. Y habrá otro comunicado con elegantes palabras. Y Mendes saldrá con la validez de nuevo. Es cíclico.Se neymarizó, James. Una pena. Eliminar la manera fácil. Dos elementos dotados de una misma generación que prefirieron toda la parte cómoda de la profesión: celebridad, millones y privilegios, por encima del rendimiento, que es producto del sacrificio y el compromiso. Se les fue la carrera sin haberla consolidado con logros propios. Enumerar títulos en los que casi no se tuvo participación es saludar con sombrero ajeno.

Todas estas consideraciones están relacionadas con su juego, no con su vida privada, en la cual el periodista no debe metere. Nunca compramos la corriente del envanecimiento de James, de la indisciplina, de que sale demasiado de noche, de que no es todo lo profesional que requiere el fútbol de élite. No estamos con él para afirmar eso. Muy al contrario, públicamente ha evidenciado siempre un comportamiento educadísimo, incluso agradable. Esto es igual a la trompada de Valverde a Baena. Que Baena le habría dicho, que lo durante el partido, que le mentó a su hijo por nacer… De lo único que hay constancia es de la trompada. Con James es igual, lo que se ve, lo que cuenta es su producción en el rectángulo. Yahi decepciona.

José Anigo (Olympiacos) es el séptimo entrenador con el que James tiene encontronazos o con el que no tiene cabida. Antes estuvieron Claudio Ranieri (Mónaco), Rafa Benítez (Real Madrid/Everton), Zinedine Zidane (Real Madrid), Niko Kovac (Bayern Múnich), Nicolás Córdova (Al-Rayyan), incluido el seleccionado Reinaldo Rueda. Hijos desenmascarados. Zidane llegó a ser el enemigo público número uno en Colombia. Ahora se saben mejor las cosas.

Cada año hacemos esta misma nota. En 2024, para mayo o junio, tal vez haya otra. Nunca nadie alcanzó tanta notoriedad ni hizo tanta fortuna a cambio de tan poco. Jamás un gol billuró tanto.

El tango definitivo…

Jorge Barraza
para EL TIEMPO
@JorgeBarrazaOK

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