“Cuando eres mileurista, todo te conviene”: los peligros de la criptomoneda que requiere una foto del iris | Tecnología

Una empleada del centro comercial La Vaguada (Madrid) no lo entendía: “Hasta el domingo no había nadie y hoy, mira”. Señalaba una cola de unas veinte personas que esperaban para que un Orb, una esfera metálica del tamaño de un balón de fútbol sala, les fotografiara el iris. Esa foto da acceso a la moneda digital Worldcoin, cofundada por el creador de ChatGPT, Sam Altman. Desde el pasado jueves, el valor de la moneda se ha multiplicado por tres, hasta más de 6 euros. A cambio de la foto del iris, la app libera 13 monedas digitales de Worldcoin, que esta semana equivalen a unos 80 euros.

“Cuando eres mileurista, todo te conviene”, dice en referencia a ese dinero la pareja de Jorge, que se ha acercado a La Vaguada a registrarse. Otros usuarios de Worldcoin son reacios a dar su nombre a un periodista, para hablar de su decisión tras tomarse una foto del iris: “Yo soy un ciudadano de a pie, Google ya tiene todos mis datos, no creo que el ojo aporte mucho”, dice el propio Jorge.

La explosión en España es real. Desde el domingo, los registros han provocado colas en muchos de los 30 centros comerciales españoles donde se fotografían iris. Ahora la foto ya se hace solo con cita previa y las reservas de algunos puestos de escaneo estaban casi agotadas. Los expertos, sin embargo, alertan del peligro para la privacidad de los usuarios.

La app de Worldcoin fue la más descargada en España este martes para iPhone (por delante de las de la red social Threads, la tienda online Temu y el programa Operación Triunfo), que es el teléfono más popular entre los jóvenes, y fue la cuarta para los móviles con Android. En el mundo hay 3,5 millones de personas registradas en Worldcoin, de los que más de un 10% son españoles: hay más de 360.000 titulares en España, según datos de la compañía. “España es realmente un país de pioneros, ya pasó con WhatsApp”, dice Trevor Traina, jefe de Asuntos Globales de Worldcoin, por videoconferencia desde San Francisco a EL PAÍS. Los registros están disponibles de momento en 35 países.

La mayoría de personas que hacían cola este martes en Madrid son chicos veinteañeros. Hay también un repartidor de Glovo, varias mujeres, una abuela con su nieto. La mayoría se ha enterado por un amigo o familiar, a causa de las noticias del crecimiento de la moneda digital. Otros porque estaban atentos al movimiento de criptomonedas nuevas. Manuel, de 71 años, explica que ha invertido ya en bitcoin y tiene hora para registrarse en Worldcoin: “No sé si lo haré, ¿es peligroso lo del ojo?”, pregunta.

Cuatro denuncias en la AEPD

Poca gente muestra preocupación por la intrusión en su privacidad que representa dejar que una empresa almacene su iris sin mayor conocimiento de qué sucede luego. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha recibido ya cuatro denuncias sobre Worldcoin, que están analizando. Aún no han decidido si seguirán investigando. “Toda gran compañía tiene varias investigaciones en marcha”, dice Trevor Traina, que cita el ejemplo de Meta. “Nuestro sistema es probablemente el más sofisticado del mundo y por eso los reguladores necesitan tiempo para asimilarlo, así que solo están haciendo su trabajo”, añade. Si Worldcoin logra crecer mucho antes de una decisión de la AEPD, su aplicación será más compleja.

¿Por qué ha estallado ahora? En Worldcoin defienden la teoría de que es por Sora, el generador de vídeo a partir de texto que OpenAI anunció el pasado jueves: “Todos experimentamos colectivamente un acontecimiento sísmico. Fue la primera vez que una persona media vio algo y dijo ‘Dios mío, cualquier vídeo, cualquier imagen puede ser creado de la nada. ¿En quién vamos a confiar ahora?”, dice Traina, en referencia a Sora.

La app de Worldcoin, llamada World App, tiene otra función además de la criptomoneda: un World ID. La foto del iris es una “prueba de humanidad”, según la compañía. Si debido a la inteligencia artificial los robots pueden parecerse más a los humanos, el World ID certificaría la humanidad de un usuario de redes, un jugador de videojuegos o un comprador. Worldcoin ya tiene acuerdos con el agregado de noticias Reddit o la plataforma comercial Shopify para desplegar servicios basados en World ID.

Pero en las colas de los centros comerciales nadie estaba preocupado por demostrar su humanidad. El dinero es más importante. “Están regalando dinero”, dice un joven de origen latinoamericano que hace cola en un cajero de cripto en la calle Francisco Silvela de Madrid. “Hay gente que trae para cambiar hasta 1.000 euros”, dice un empleado del cajero. Worldcoin, disponible desde el verano de 2023, da más monedas si invitas a nuevos usuarios y si entras periódicamente. Algunos han acumulado así varios cientos de euros que ahora corren a cambiar para aprovechar la subida. El mercado de las criptomonedas está viviendo también una subida global en los últimos días.

Este dinero gratis no es distinto del que han usado otras criptomonedas para lograr nuevos usuarios. “Ningún sistema financiero puede estar sacando dinero nuevo indefinidamente”, dice Felix Hoops, investigador en la Universidad Técnica de Munich (Alemania). “Supongo que reparten dinero gratis por un tiempo para que la gente se anime a usar su sistema. Cada blockchain tiene su reto para empezar”, añade.

Worldcoin usa la confianza que genera Sam Altman y su discurso de que cuando las máquinas tomen el mando será necesaria una renta básica universal. Altman tiene un proyecto paralelo llamado OpenResearch que estudia las opciones de crear una renta básica. “Esto no es una renta básica, que sería un pago constante y regular a todos los participantes”, dice Nick Almond, fundador de Factory Labs y especialista en criptoeconomía. “Lo que hace Worldcoin es un airdrop, un pago único por registrarse. Han dicho cosas bastante vagas sobre cómo la inteligencia artificial va a generar unas ganancias enormes, que luego van a repartir a la gente que tenga un World ID, pero esto no tiene ninguna relación real con la economía de OpenAI. El dinero viene de su moneda, cuyo precio puede variar mucho”, añade Almond.

Qué pasa con el iris

El gran temor vinculado a Worldcoin es, sin embargo, la foto del iris. Las comparaciones con capítulos de la serie distópica Black Mirror son constantes. Edward Snowden pidió en 2021 que “no se cataloguen pupilas”. El equipo de Worldcoin defiende que no hacen nada más grave que otras grandes compañías. Su discurso tiende a defender que si ya hemos ido perdiendo privacidad a trocitos a manos de múltiples empresas, ya no viene de perder un poco más. Ahora son los ojos, específicamente. Es como ir troceando la privacidad humana hasta que apenas quede nada.

Al fotografiar el iris, Worldcoin da la opción de crear un código único con esa información y destruir la imagen o de permitir que conserven la propia foto. Pero nadie tiene la certeza de qué ocurre en realidad en los servidores: “Apple, Samsung, Google y tantas empresas en mi día a día saben un montón sobre mí”, dice Trevor Haina, de Worldcoin. “Tanto datos biométricos como personales y quién sabe dónde está toda esa información. Cuando entramos al metro, cuando pasamos por un aeropuerto, entregamos mucho. Me parece irónico que un grupo de científicos alemanes que hayan pasado años [trabajando en World ID] y gastado cientos de millones de dólares protegiéndote y les comparen con el metro”, añade Haina. En la conversación con EL PAÍS, Haina menciona repetidamente a los “científicos alemanes” que han elaborado el protocolo de World ID, como si fueran una prueba mayor de rigor, pero la compañía no ha compartido más detalles concretos.

Worldcoin también dice que no vincula información privada personal con el código del iris. Incluso si el usuario prefiere que World ID conserve la foto original del iris (y no el código generado). Aquí, sin embargo, es donde comienza a crecer la complejidad sobre qué tipo de datos podrían vincularse. El experto en privacidad Matthew Greene ha realizado un minucioso análisis sobre detalles de Worldcoin. Vio menos peligros obvios de los que preveía, pero seguía sin darlo por bueno: la compañía “podría vincular el código del iris a otro tipo de información personal privada que habrían recogido opcionalmente, como números de teléfono o correo electrónico”, sostiene Greene.

Los usos intencionados de la recolección de iris pueden ser comerciales, por ejemplo: “Los datos que Worldcoin recoge se usa para entrenar algoritmos biométricos muy eficaces y no sabemos para qué pueden usarse”, dice Almond. Los usos de esos algoritmos en los próximos años son ahora insospechados, para este especialista en criptoeconomía: “Si nos ponemos cínicos, podríamos ver todo esto como un truco para usar incentivos cripto para entrenar sus algoritmos, que luego venderán al mejor postor. Me preocupa que vendan los algoritmos o el hardware [la bola Orb] a actores privados o estatales que los usen sin las funciones de privacidad. Si eso pasa, lo que conseguimos es que se popularicen herramientas de vigilancia supereficientes”.

Estos son algunos de los peligros esperables. También los hay inesperados o que Worldcoin no prevea ahora mismo: desde pérdida o robo hasta falsificación, pasando por decisiones comerciales ahora inimaginables. Los expertos repiten que el mejor modo de controlar la privacidad es no recoger ya los datos, y menos si son biométricos.

Hay más problemas añadidos en todo este proceso. Si el World ID es para demostrar humanidad, ¿todos los humanos deberán acercarse a las bolas Orb para hacerse una foto? Es inviable hacerlo a gran escala. “El mayor problema es que la puerta de entrada al sistema es este Orb, de los que solo hay un puñado”, dice Hoops.

Ante comparaciones con la serie de televisión Black Mirror, la empresa ve, sobre todo, oportunidades: “Quizás en el futuro miremos atrás y digamos que este fue el momento. Fue el instante en que todos abrimos los ojos. Es fácil imaginar que querrás validar que cualquier vídeo o foto son auténticos porque, en el futuro, ¿quién sabrá si era real? Es una locura, si lo piensas ahora mismo”, añade Traina.

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