Cómo convertir un recuerdo malo en uno bueno
Un equipo de científicos ha conseguido transformar recuerdos negativos en positivos al activar artificialmente circuitos neuronales del cerebro de ratones
Primero, generaron en los ratones malos recuerdos asociados a un lugar, y luego los volvieron agradables –o viceversa– sin necesidad de volver al sitio en cuestión.
Las neuronas que albergaban el recuerdo del lugar fueron reactivadas en un contexto emocional diferente, y así modificaron la asociación.
Tal como señalan los investigadores, el trabajo, que publica la revista científica Naturalezaofrece la posibilidad de escuchar mejor cómo se formó y cambia la memoria emocional.
Un lugar, un recuerdo, un tempor
«L’émoción está íntimamente asociada con memorias de eventos pasados y episodios, pero la ‘valencia’ – el atractivo o aversión de los recuerdos – es maleable», dijo Susumu Tonegawa, investigador del Centro Riken-MIT para el Genética de Circuitos Neuronales en Massachusetts, EE.UU., y autor del estudio.
Tonegawa puso como ejemplos un asalto o unas vacaciones felices: experiencias que pueden hacer que un tema caminar por una calle en particular o que siente especial predilección por una playa.
Todos sabemos que esta clase de asociaciones emocionales pueden cambiar con una nueva experiencia. Por ejemplo, los recuerdos de una playa favorite pueden volverse amargos con las noticias de un ataque de tiburón.
Los terapeutas actualmente utilizan esta malabilidad para tratar a víctimas de traumas o personas con depresión, intentando reemplazar las asociaciones negativas con positivas.
Pero Tonegawa y su equipo han conseguido identificar algunas de las conexiones que hacen que esto está dentro del cerebro.
Hace dos años, los científicos demostraron que pudieron marcar las células que alojan un nuevo recuerdo temeroso en el cerebro de un ratón y activarlas otra vez en otro momento para provocar un comportamiento miedoso.
Luego, en 2013, marcaron el recuerdo de un lugar y lo activaron después mientras aplicaban a los ratones leves descargas eléctricas. Esto creó una falsa asociación de miedo con el sitio original.
Ahora han conseguido cambiar el contenido emocional –alegre o temeroso– de un recuerdo de un extremo al otro.
El poder de una luz azul
En su experimento, los investigadores inducen a ratones machos a tener experiencias negativas que consisten en descargas eléctricas en un hábitat particular y marcan las neuronas involucradas en custodiar su memoria con «optogenética».
Esta técnica ha instalado una especie de interruptor en estas neuronas a través de genes que tienen células sensibles a la luz. Luego, un rayo de luz azul, enviado dentro del cerebro a través de fibra óptica, permite activar o desactivar esas neuronas a voluntad.
In el laboratorio y al día siguiente de la creación del mal recuerdo, con los ratones en una habitación diferente, los científicos estimulados con la luz azul las neuronas marcadas y efectivamente, «reactivaron» el recuerdo temeroso original.
En este punto se dio a los ratones la opción de dejar la luz encendida o apagada, y ellos prefirieron apagarla.
Pero después, los científicos estimularon las neuronas marcadas al mismo tiempo en que dieron a los ratones una señal emocional positiva (la compañía de una hembra), en un intento por cambiar la asociación emocional del recuerdo.
Y otra vez dieron la opción a los ratones: dejar la luz azul apagada o encendida. Esta vez, la querian encendida.
El rastro del recuerdo original había sido alterado, y ahora les gustó.
Y como detalle importante, una vez que regresaron a la primera habitación, en ausencia de cualquier estimulación cerebral, los ratones se mostraron menos temerosos que después de la primera ronda de entrenamiento: su memoria del lugar había cambiado para mejor.
El proceso también funcionó en sentido inverso y los científicos pueden provocar el cambio de un recuerdo originalmente positivo a uno negativo.
Asimismo, al instalar los interruptores optogenéticos en distintas partes del cerebro, los investigadores pudieron identificar que los cambios en la memoria ocurridos han producido ajustes cruzados en las conexiones entre el hipocampo, que alberga la información espacial, y la amígdala cerebral, que impulsa la mente emocional. respuesta.
Los expertos creen que un recuerdo espacial, alojado en células cerebrales del hipocampo, puede «llamar» a diferentes grupos de neuronas en la amígdala, invocando emociones positivas o negativas.
Sus experimentos alteraron esas conexiones para que el recuerdo original disparara otra respuesta emocional.
«Podemos cambiar la forma en que los ratones reaccionan ante un recuerdo sin usar drogas», dijo Roger Redondo, otro de los autores del estudio.
«Esto ocurre sin que el ratón vuelva al lugar original donde se formó el recuerdo. Toda manipulación se hace desde dentro del cerebro».
Hombres y mapaches
Es difícil saber, sin embargo, si las evocaciones artificiales, impulsadas por rayos de luz azul dentro del cerebro de un ratón, son similares a los recuerdos tal como los conocemos.
«No podemos preguntarle al ratón qué está pensando», comentó Richard Morris, experto en memoria de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido, que no formó parte de esta investigación.
«Todo lo que podemos hacer es preguntar al ratón: si enciendo esta luz, ¿cómo vas a comportarte en relación con lo que evoca?»
Tonegawa, por su parte, señala el comportamiento conforme observado en sus experimentos.
«Los ratones estaban obviamente expresando las consecuencias del recuerdo en su conducta, por lo tanto, asumimos que tienen la sensación del recuerdo».
Pero los científicos son cautos en cuanto a la aplicación en humanos de sus descubrimientos. Aseguran que es poco probable que el vance pueda aplicarse en humanos con recuerdos traumáticos.
«Puede que hagan falta varios años de trabajo, pero nunca se sabe», dijo Redondo. “La tecnología avanza cada vez más rápido y más rápido”.
Pero según Morris el estudio es valioso por otros motivos.
«Nadie va a hacer fila para que le inserten en el cerebro guías luminosas y para que les muestren luz azul», dijo el experto en la BBC.
«Pero estos resultados nos ayudan a comprender la proporción de células implicadas cuando tienes qu’ambiar un recuerdo negativo en uno positivo, ¿estamos hablando de cambiar el 50% de las células de la amígdala cerebral, solo el 1%, o incluso menos?» .
«Creo que es importante avanzar más allá de la comprensión conductual y tener un conocimiento más profundo de la tarea clínica que tenemos delante».